viernes, 21 de octubre de 2016

Alta cocina francesa




    Auguste escucha la trifulca originada en la mesa de al lado disimulando una sonrisa gracias a su poblado bigote.
Solía frecuentar esos sitios populares que olían a vinacho con Pierre, su amigo de la infancia.
 
—¡Setenta y ocho años…y te puedo tumbar a vinos cualquier día de estos! A mí, que luché en Portugal después de recorrer toda España… ¿me vas tú a decir que no sé lo que digo?
—¡Y la vuelta… corriendo con los españoles detrás! ¿No es así?
—¡Tu es un idiot, un cuillon!
Los parroquianos ríen y el tabernero llena de nuevo los vasos diciendo:
—Invita el señor del mostacho.
El anciano se gira.
—¡Usted sabe qué tengo razón! ¿Verdad, señor?
—No he podido escuchar toda la discusión… pero lo que pueda contar un hombre como usted, ha de ser cuando menos… interesante.
—¡Ya lo veis! —Dice el viejo levantando su copa y brindando por Napoleón.